DIA 99




Nunca he tenido la edad que afirmaba mi DNI,
tampoco he creído en la certeza de las canas.
Hay días que me despierto con sesenta años
y actúo lenta, conservadora y diciendo cosas del tipo:
"yo, como siempre he dicho...".
Pero los despertares quinceañeros
auguran tardes tempestuosas repletas de actividad:
paseo por la Gran Vía, caña en El Comercial,
recogida del programa de la Filmoteca, copa en Lo Máximo,
y tonteos múltiples con todo género.
Hoy, por ejemplo,
me he propuesto aprender a coger bien el bolígrafo,
a no salirme del margen,
a agarrar bien el punzón
y terminar el regalo del día del padre de 1984
perdido en el cajón de la pereza.
Después,
me aprenderé la tabla del cinco,
la fácil, la que no cuesta esfuerzo,
la única con la que me coronaré
como reina del cinco en la cola de clase.
Hoy no me merezco un cero, merezco un chino.

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