dia 91



Hay mañanas en las que la resaca te deja una lucidez mental casi preocupante. Es la realidad más palpable que tienes, y por eso repites noche tras noche.
No busco la desesperación pero sí la locura, y he comprobado que se halla en ese espacio de tiempo que existe entre el culo de una copa y el desvirgamiento de la siguiente.
Por eso me entiendo bien con las cucarachas, porque viven de lo que la noche les reporta y son sucias. Un suciedad interior que no arranca ni el mejor espontex. Las monjas me lavaron mucho la boca con agua y jabón, pero no supieron limpiarme todo el odio que iba acumulando, ni el amor desmedido; dos extremos demasiado cercanos. Puto amor desmedido, puta pasión... se las regalo a las cucarachas para mirarnos a los ojos como iguales, y para que por una vez sean ellas las que me pisen a mí.
Deshilacho sentimientos como una abuela deshace cada cinco minutos dos líneas del jersey para que nunca se le acabe, por miedo a que no le guste a su nieto, por miedo al rechazo del amor más incondicional.
Me gustaría violarte, que te quedaras inmóvil, dejar que el odio y el amor salieran por los poros sin miedo a las replesalias de mis sentimientos de culpa. Necesito odiarte para amarte, necesito detestarte para necesitar tu cuerpo... pero últimamente sólo puedo tirar las tres bolsas de basura diarias sobre mi boca.

Comentarios

petra ha dicho que…
leerte me hace fumar más y dormir menos, espero que no dejes de escribirte.

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