Dia 83


Cuando murieron sus padres sus ojos se llenaron de niebla y confusión. Los mismos que antes de la niebla le habían proporcionado la satisfacción de captar, con su canon que compró en Japón, los más maravillosos recuerdos de sus viajes hechos papel o diapositiva.
Recuerdo cómo hacía hueco en el salón, retiraba cuadros, arrastraba sillas y la mesa de las nochebuenas, y sobre ella colocaba un aparato lleno de pequeñas fotografías que sólo se veían si las ponías con la mano entre la bombilla y tus ojos.
De repente, apagaba la luz y la magia se hacía visible sobre aquel gotelé blanco.
La muralla china con mi tío a un lado, las playas de brasil con mi tío en bañador y camiseta, el zoco de Marrakech con mi tío regateando con el propietario de unas telas extrañas…
El mismo tío que ahora, casi ciego y sordo, sólo dice que se alegra mucho de verte mirando al infinito.
Mi tía siempre ha representado para mí la cercanía que da la sangre y la lejanía que impone la locura.
Pero si algo siempre tuvo entre sus pensamientos, antes de que la niebla y la confusión lo borrara, era el cariño y la obsesión por sus sobrinos. No tuvo hijos, ni amigos, bueno sí, tuvo una amiga, Adelaida, pero lo que le pesó toda su vida fue un accidente que la dejó marcas de la muerte para siempre.
Ahora está sentada en un sofá, viendo su vida pasar a través de las vidas de sus sobrinos por el hilo telefónico. Ante la obligatoria pregunta de “¿tienes algún viaje en perspectiva?”, recuerdo cada una de las diapositivas que me enseñaba con la ilusión de quien sólo piensa en hacer la maleta para su siguiente destino, y le cuento todo lo acaecido o inventado con todo detalle, lo que sé que ella va a reconocer, porque no quiere saber nada más, no quiere aprender nada nuevo, sólo quiere recordar su vida para saber que ha sido feliz y que su vida ha tenido sentido.
Yo a mi tía la quiero mucho, muchísimo. No se si será ese halo de locura que me estremece y el cariño oculto que desprende mi padre y también mi madre, que nada le toca pero en todo se implica con amor. Pero yo le pregunto sobre cosas de su infancia y adolescencia en ese Madrid que ahora sólo reconocería por el nombre de sus calles.
Y ella, en conversaciones que le costarán miles de euros a final de mes, me cuenta cómo iba con su prima fulanita a misa en nosedonde, lo guapa y elegante que iba vestida siempre, quién la pretendía… y se inventa la mitad. Pero yo ya no sé donde está la verdad y la mentira, porque nunca he sabido diferenciarlas, y por eso a todo le digo que sí. ¿la última? Me contó que un hombre que la vió andando por la calle Mayor quiso que fuera Miss Madrid, y mi abuelo no la dejó porque ser modelo en esa época era más o menos lo mismo que ser prostituta. ¿Verdad o mentira? ¿quién soy yo para juzgarlo? Si ella lo cuenta con tantos detalles, ¿por qué va a ser mentira? ¿porque nunca fue guapa? Pues a mí me parece una mujer muy bella, tanto en las fotos sepias que he visto de ella de pequeña, como ahora, con esa mirada neblina que sólo da la locura.
Nunca entendió de proporciones, todo era desmesurado para nosotros pero para los demás era todo lo contrario. Nunca supo aceptar una crítica. Pero en eso mi padre y yo somos iguales…. Y yo pretendo vivir y ser feliz de lo que escribo, lo que más puede estar expuesto a la crítica, porque no todo el mundo sabe pintar, fotografiar, torear, etc, pero escribir, enlazar una letra con otra para formar una palabra y después frases que suenen más o menos bien, eso lo sabe hacer cualquiera.
A mi tía le encanta que yo escriba y que haga fotos. El día que me regaló su cámara de fotos, me cargó con la obligación de no abandonarla nunca. Ella, que me ha hecho todas las fotos que tengo de pequeña, me la regaló cuando quiso dejar de observar la vida para que sólo se la contaran.

Comentarios

Tesa Medina ha dicho que…
Un texto estupendo, deberías escribir más.

Llega un momento en el que la realidad y la fantasía se mezclan.

Tú tía para ti es como la ves, y ella se ve cómo se recuerda. Esa es la magia de los recuerdos, que te permiten pasarlos por un tamiz para que se ajusten a lo que necesitas en cada memento. Un tamiz fabricado con la experiencia, con los sueños, con los desengaños, las carencias, las emociones…

Me ha gustado muchísimo tu relato. Como tu tía, también voy siempre con mi cámara, y necesito volver a ver los sitios que ya he recorrido a través de las fotos, recordar las personas que se dejaron desnudar por el objetivo de mi cámara, porque no son como los ven los demás, sino como yo los he encuadrado.

Además, la técnica también me permite crear mundo imaginarios a partir de las fotos que hago, supliendo mi torpeza con el dibujo.

Y no es cierto que cualquiera sepa escribir, eso es lo que algunos se creen, hay que tener talento y tú lo tienes.

Besos.
Emmaskarada ha dicho que…
Pero que triste y bonito es este blog!
Un apunte : Deberias irte de Madrid. Demasiado.

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