Día 34


Aunque me absorba el metro cada mañana
estoy en el pueblo;
aunque recorra tu cuerpo por el paso de cebra
estoy en el pueblo;
aunque me siente en la silla,
mire el reloj de Telefónica por la ventana,
encienda el ordenador
y responda a 50 emails,
estoy en el pueblo.
Porque estar en el pueblo
es un privilegio de mi conciencia
y cuando estoy en el pueblo
estoy al margen de la realidad...

y, casualmente, en la otra punta de tu corazón.

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