Día 5


Preguntaba por pisos de alquiler,
tropezó con un dolor en la costilla.
Ansiaba amor por los bares
y se encontró una úlcera de deseo.
Subía al piso desde donde nadie podía verla
y bajaba a llorar al gimnasio
confundiendo lágrimas con sudor
y sentimientos con pulsaciones.
Desde arriba,
resultaba todo tan irreal
que ese primer te quiero
le sonó a estamos cerrando.
Pero una vez se sentó en el sótano
sin más horizonte que los horrores de su pasado,
se abrazó con la sombra de mi presente
y me susurró su desgracia al oído.
Bienvenida a la vida, querida,
el amor y la violencia,
no tienen escenario.

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