Día 22


El huerto y la vida
el camino con su cementerio
las morujas, la charca.
Las cartas quemadas de la guerra
con sellos de dictadores muertos.
Ayer el lobo volvió a matar un cordero
y no lo creí, santa tomasa.
Después vi los restos del festín
y entendí la naturaleza.
Tú te agachas a coger perejil
y yo abro la bolsa, que son los recuerdos
que acumula un leve espacio
entre los huesos de mi cráneo.
Los mismos que alguien chupará
como el abuelo y los tuétanos.

Cualquier tarde me pongo a escribir nuestra historia,
cualquier noche te lo explico.

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