Día 35



Noche, almuecín
y gallos como lamentos.
Hay que reeducar los sentidos
en los lugares de amor compartido.
Asilah ya no olería a nada
si no creyera en la razón de la existencia;
sólo hay que asumir que nosotras,
las de entonces,
las que habitamos este escenario,
no conocemos a las de ahora.
Porque el vacío que deja la ausencia
lo rellenamos con fonemas,
pero los olores...
tus putos olores permanecen.

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